JUAN MANUEL OLAYA ROCHA
Publicado en revista D'Palenque: literatura y afrodescendencia Año 1, N° 1, 2016
El discurso colonial que afianzó un pensamiento racista y reprodujo estereotipos, así como los discursos que intentan reivindicar a la comunidad afroperuana, emergen también en el seno de otras plataformas discursivas en las cuales han podido canalizarse desde los tiempos coloniales: la literatura es una de ellas. Sin embargo, los escritores que intentan, a través de sus obras, reivindicar la cultura afroperuana ¿realmente lo hacen o, por el contrario, son víctimas de una “mirada racializante” que se ve reflejada en sus propias obras?
En ese sentido, el libro de Richard Leonardo asume la iniciativa de repensar la constitución de la narrativa afroperuana. Para ello, reflexiona sobre las condiciones de producción y recepción del texto literario; es decir, no solo le otorga crédito al carácter intrínseco de la obra literaria, sino –y sobre todo– advierte sus efectos en la realidad. El autor parte de la premisa de que la literatura “además de ser un objeto de recreación estética, es un vigoroso artefacto cultural que integra los saberes, las luchas sociales, en su entramado textual” (p. 35).
En la investigación, se aborda las obras mediante una hermenéutica social del texto, y se basa en el paradigma de La Crítica de la diferencia, entendida como “aquella reflexión que abarca las teorías feministas y postfeministas, los estudios sobre la etnia-raza, los estudios poscoloniales, los estudios subalternos, los estudios sobre la colonialidad del poder y las teorías queer” (p. 35).
El cuerpo mirado. La narrativa afroperuana en el siglo XX está estructurado, además de una la introducción y las conclusiones, en tres capítulos propiamente dichos. El primero, analiza la novela Matalaché (1928) de Enrique López Albújar. El segundo, el libro de relatos Monólogo desde las tinieblas (1975) de Antonio Gálvez Ronceros. El tercero, se enfoca en la novela Malambo (2001) de Lucía Charún-Illescas. Coincidentemente, la crítica literaria ha resaltado el aporte de estas obras, así como su carácter reivindicatorio de este sector marginalizado.
Sin negar el aporte estético que puedan ofrecer dichas obras, el autor identifica el discurso racializante que se sirve de los estereotipos étnico-raciales al momento de representar la matriz cultural afroperuana. Este discurso no es otra cosa que una manifestación de la tradición postcolonial. En otras palabras, dichos escritores se “encuentran insertos dentro de una tradición discursiva que posiciona y naturaliza a lo negro como lo otro” (p. 20). Esto lo hacen a través de contenidos semánticos que se apoyan en estereotipos para legitimar la hegemonía del grupo dominante. Además, el negro es hiperbisibilizado mediante lo que el autor define como una “mirada racializante” en el campo de lo corpóreo y lo sexual.
Las obras analizadas, incluso, han podido tener un espacio dentro del canon literario. Para Richard Leonardo, esto se debe a que las obras normalizan y naturalizan el discurso racial hegemónico, donde lo afro es aceptado como consumo, lo que es una forma de reforzar su condición de subalternizado. Es decir, es aceptado siempre que no afecte la lógica del centro hegemónico.
En el capítulo “Matalaché de Enrique López Albújar: el negro como lo abyecto de lo mulato” se resalta cómo en un contexto dominado por el discurso andino, nace el proyecto autoral de López Albújar. La crítica enfatiza en el carácter reivindicatorio del negro en la novela; sin embargo, aclara Leonardo, se trata de un mulato, un híbrido, a quien incluso se intenta elevar a la calidad sujeto, ya que tiene la capacidad de “problematiza su condición de subalternizado” a través del distanciamiento con el otro abyecto (el negro). Además, se evidencian estrategias retóricas que estereotipan al negro “en estado puro” y acercan al mulato con lo occidental. Es decir, existe “una operación de blanqueamiento” o un intento por “desnegrizarlo”. Sin embargo, sigue siendo descrito a través del cuerpo y la hipersexualidad. Es víctima de la mirada racializante y hegemónica del narrador
Asimismo, el análisis resalta la manifestación de un racialismo extremo y una colonialidad del saber. López Albújar les niega a los negros la capacidad de agencia en las luchas contra la esclavitud. Es más, el negro es visto como lo abyecto –en el sentido de Judith Butler– del mulato, y este es más bien una síntesis que privilegia lo occidental.
En el capítulo “Monólogo desde las tinieblas de Antonio Gálvez Ronceros: de la exotización a la espectacularización del cuerpo del afrodescendiente”, mediante el análisis textual y paratextual, Richard Leonardo muestra el proyecto autoral estético e ideológico de Gálvez Ronceros, el cual consiste en el rescate y la reivindicación del mundo negro. Sin embargo, advierte que se trata de una representación –por lo tanto sujeta a una mediación artística e ideológica– y no de una reproducción fiel de este universo cultural. Si bien existe una mirada sui géneris y un mayor acercamiento al mundo negro campesino –factor explotado por la crítica–, la mirada sobre ellos sigue prolongando el discurso hegemónico racializante basado en esterotipos, exotismos, exuberancia y corporalidad. El autor afirma que “en estos relatos nos encontramos con una serie de personajes afrodescendientes que reiteran los lugares comunes que occidente ha utilizado para suturar y definir al sujeto afro como subalterno” (p. 81). A continuación, comentamos algunos de los relatos analizados.
En “Etoy ronca”, “el relato reitera, una vez más, los estereotipos que se tienen en el imaginario sobre la hipersexualidad de los individuos afrodescendientes, y pone el énfasis en la lubricidad de la mujer negra. Ella es representada como naturalmente provocadora, dada al libertinaje y la lujuria” (p. 96). En “Una yegua parada en dos patas”, la opción narrativa elegida por Gálvez Ronceros es la descripción de los afros desde el propio afro, a través del lenguaje zoológico –siguiendo a Frantz Fanon– que animaliza y bestializa a los afrodescendientes. Además, nos muestra el endorracismo, aunque para el escritor chinchano prime la búsqueda del humor, pero el humor de un lector blanco. En palabras de Richard Leonardo, “este ‘espectáculo’ está orientado para el deleite del sujeto hegemónico, para el sujeto no negro que consume literatura, que se divierte con las excentricidades de los negros, con su cultura exótica y exagerada” (p. 104). En “Octubre”, el autor concluye que el negro, que ha sido fijado por la exuberancia, la hipérbole y el exotismo, desborda su espacio primigenio (el campo), pero esta trasgresión desordena y desacomoda el paisaje urbano (civilizado), por lo que tiene que volver a su lugar de origen que corresponde a la barbarie. En “Jutito”, se presenta a un niño trasgresor, rebelde, que neutraliza la autoridad del padre, Justo, que no puede impartir justicia. Despierta la comicidad del lector a partir de una representación caricaturesca del personaje. En “Miera”, “Tres clase de só” y “Ya ta dicho”, se demuestra que el lenguaje también es un aspecto jerarquizante en las obras Gálvez Ronceros. Por último, a través del del análisis paratextual, sostiene que la funcionalidad de las imágenes refuerza el discurso imperante en el texto, ya que también son parte de la política de las representaciones que proyectan la percepción del imaginario colectivo.
En el capítulo “Malambo de Lucía Charún-Illescas: hipersexualidad de la mujer negra y las trampas del esencialismo estratégico”, el autor indaga argumentos que resaltan los criterios de interioridad que legitima la producción discursiva sobre lo afroperuano –en este caso literaria–, criterio que posibilita el planteamiento de un proyecto autoral reivindicatorio. En Malambo, si bien existe el rescate de una memoria histórica y un alejamiento de un proceso caricaturezco, la representación no queda exenta de los lastres del discurso colonial –enfocados en el cuerpo– que subalternizan a los afrodescendientes. En este caso, analiza la representación de la esclava Altagracia Maravillas, quien es fijada a través de su sexualidad. Más allá de recoger un hecho histórico, el autor problematiza el goce libidinoso que representa a la mujer negra como propensa a los placeres sexuales, “rebelde y desvergonzada”. De los diálogos con la esclava Candelaria Lobatón se desprende la idea de que el goce sexual es un atributo propio de las mujeres afrodescendientes. Del mismo modo, identifica que la mujer tiene capacidad de agencia para negociar con el poder, pero haciendo uso de su cuerpo. Además, es vista solo como un objeto reproductor. Para Richard Leonardo, quizá todo “esto explique el éxito de la novela en Europa, porque muestra esa mujer negra que el horizonte de expectativas occidental quiere encontrar: exótica, voraz y desenfadada” (p. 159).
El análisis de la representación de otros personajes, le permite concluir al autor que “nos encontramos entonces ante una representación de los individuos negros que privilegia el cuerpo, reduciéndolo a la fortaleza física (en el caso de los varones) y a la fortaleza sexual (en el caso de las mujeres)" (p. 160), además de otros estereotipos como el esclavo deshonesto, envidioso y supersticioso.
Una propuesta discutible, pero no menos interesante, es la apuesta por lo sobrenatural y lo prodigioso dentro del mundo negro de la novela. Estas situaciones contrafácticas han motivado lecturas desde el realismo mágico y lo real maravilloso. Para el autor, este proyecto autoral o “esencialización estratégica” que singulariza una cultura no hace sino crear una imagen prelógica, precientífica y no racional del mundo negro, tal como Occidente construyó la imagen maravillosa de América Latina. En ese sentido, la búsqueda de una identidad y reivindicación, puede convertirse en una mirada que sirve a los intereses del grupo hegemónico.
Del análisis de dichas obras, se entiende que los esencialismos no existen. Es decir, la autoridad discursiva no está condicionada por la pertenencia étnica del enunciador. Por ello, el autor relativiza la supuesta mirada exógena atribuida exclusivamente a los narradores Negristas, ya que la misma perspectiva puede provenir desde los propios grupos afrodescendientes. Qué mejor prueba fehaciente que los casos estudiados en esta reciente publicación. Además, cabe precisar que esta posición desborda el campo de la creación literaria para trasladarse también al de la propia crítica literaria.
Para culminar, El cuerpo mirado… nos muestra una lectura desmitificadora mediante un enfoque basado en la política de la representación. Sin embargo, más allá de desmontar una tradición crítica sobre dichas obras –centradas en el carácter reivindicatorio–, esta investigación los complementa y enriquece las distintas interpretaciones realizadas. Además, cabe reconocer que la riqueza de este libro radica, entre otros aspectos, en su pertinencia para el análisis de otras plataformas discursivas que desbordan el campo literario y están mediadas por la política de las representaciones.