Lucía Charún-Illescas, la primera novelista afroperuana
JUAN MANUEL OLAYA ROCHA
Publicado en "Personajes afrodescendientes del Perú y Amércia". CEDET, 2015INTRODUCCIÓN
Recién al iniciar el siglo XXI, con casi quinientos años de presencia negra en nuestro país, y después de 146 años de la abolición de la esclavitud en el Perú, se publica por primera vez una novela escrita por una mujer afroperuana. La escritora que fue capaz de romper este vacío histórico —lastre del sistema esclavista colonial— es Lucía Felícita Charún-Illescas, autora de la novela Malambo. Ella es, a falta de lo que puedan revelar posteriores investigaciones, la primera novelista afroperuana.
El objetivo de este breve artículo es ratificar la importancia de Charún-Illescas para la comunidad afroperuana, pues su aporte cultural —y sobre todo, literario— ha repercutido de manera loable más allá de nuestras fronteras. Para ello, nos aproximaremos a su trayectoria de vida, y abordamos —sin hacer ostentación de un análisis minucioso— su novela Malambo, obra con la que marca un hito en la narrativa afroperuana y afrolatinoamericana. De esta manera, consideramos que estamos ante una destacada personalidad afrodescendientes del Perú y América.
AFRODESCENDIENTES Y LITERATURA
La experiencia histórica de las/los afrodescendientes en las Américas revela las condiciones estructurales bajo las cuales se han desarrollado los discursos literarios de estas etnias. La arraigada tradición oral africana y los impedimentos para ingresar a la cultura letrada de las grandes urbes consolidaron el soporte de la oratura como herramienta discursiva por antonomasia dentro de las comunidades afro; soporte que, en su momento, obedeciera a necesidades colectivas, prácticas y cotidianas, con una vastedad estética y simbólica admirables.
Sin embargo, en su vertiente escrita, la literatura afroperuana presenta hitos fundacionales, donde la agencia discursiva de la mujer negra cobra relevancia continental. En ese sentido, el investigador y crítico literario M’bare N’gom (2008: 25) ha resaltado el carácter inaugural del Diario espiritual de Úrsula de Jesús (1604-1666), esclava donada al Convento de Santa Clara de Lima, cuya obra mística publicada a mediados del siglo XVII es, desde el punto de vista cronológico, una de las primeras manifestaciones escritas por una mujer afrodescendiente en Hispanoamérica.
A pesar de ello, y por los patrones de poder hegemónicos establecidos en el sistema colonial, donde la «raza», el género y la clase social son fijados dentro de una estructura etnocéntrica, patriarcal y jerárquica, consideramos que el paso de la oratura a la literatura en los discursos afro se expresa de manera tardía; más aún desde la experiencia femenina, cuya posibilidad de ingresar al sistema letrado se agrava por ser mujeres, afroperuanas y vivir en la pobreza, situación que pone de manifiesto la complejidad de los procesos de discriminación que trascienden a nuestros tiempos y que, en cierta manera, explica por qué en todos estos años no hemos tenido novelistas afroperuanas.
LUCÍA FELÍCITA CHARÚN-ILLESCAS, MUJER AFROHISTÓRICA
En este contexto se enmarca nuestra primera novelista afroperuana. Ella viene al mundo un 19 de octubre de 1950. Es hija de doña Felicita Yllescas y don Santiago Charún, y es la mayor de siete hermanos. Nace en el distrito limeño de Lince, en el seno de una familia cuyas raíces nos remiten a las comunidades afroperuanas del sur del Perú, específicamente Cañete y Chincha. Su pasión por la literatura desde muy temprana edad se la debe a su madre. Creció leyendo a Julio Verne y Alejandro Dumas, más adelante al italiano Emilio Salgari, y a los poetas César Vallejo, José María Eguren, García Lorca, entre otros grandes escritores.
Desde muy pequeña supo apropiarse de aquella tecnología históricamente negada a la mujer negra: la palabra escrita. De esta manera, Charún-Illescas encuentra su propia voz en el arte de la escritura. De ahí que en la escuela —confiesa en una entrevista— sobresalía sobre sus demás compañeros al recitar poemas, e incluso ya redactaba sus propias composiciones (Camino 2009). Indudablemente, estamos frente a la que sería años después una escritora comprometida y consciente de su negritud, como lo diría en uno de sus artículos (2009): «Soy creadora con la conciencia de traspasar al papel lo que mi limeña niñez de negra piel reclamaba». Es evidente que, como lectora, la pequeña Lucía enfrenta la falta de (auto)representación de los africanos y sus descendientes en los discursos literarios. Siempre decorativos y exóticos desde la voz hegemónica, simbolizados mediante lo que Franzt Fanon denominó «lenguaje zoológico», y donde la labor pragmática del humor, la hipérbole y la ironía cumplen una eficaz tarea caricaturesca y alienante.
Más adelante, su empeño académico le permitió ingresar en primer puesto a la escuela de periodismo Jaime Bausate y Meza, «idea absurda para una negra y pobre, de remate», nos dice la escritora, identificando las variables de género-etnia-clase que se intersectan e imposibilitan el desarrollo de la mujer afroperuana dentro de nuestra sociedad. Saltando estas barreras, tres años más tarde va a escribir para una revista de corte feminista y, al cierre de esta, se marcharía del país «en busca de tierras donde la masturbación sea delito menos grave» (2001).
De ahí en adelante viaja por distintos países del mundo investigando e impartiendo conferencias sobre la cultura afro. Reside hace muchos años en Hamburgo, Alemania, pero no ha perdido la identidad por la tierra que la vio nacer, como lo revela con estas palabras: «Soy y seré siempre limeña y no quiero que los lectores me crean una negra europeizada o agringada, que vive fuera de Perú hace cuchucientos años» (2001). Sus textos son un claro ejemplo de identidad, donde demuestra que no vive de espaldas al Perú sino, por el contrario, nuestra heterogeneidad cultural y el universo afroperuano cobran fuerza en su discurso, y no duda en trocar el panteón griego por las deidades de la mitología yoruba y otros referentes míticos alejados de los parámetros occidentales.
La trascendencia de Lucía Charún-Illescas desborda el campo estrictamente literario. Es periodista, investigadora, traductora, activista afrofeminista. Imparte conferencias en Estados Unidos, Latinoamérica, África y Europa. Solo por mencionar algunas de estas, en 2009 participó en el seminario «Las Mujeres Afrodescendientes y la Cultura Latinoamericana», en Montevideo, Uruguay, junto con destacadas personalidades de la región como las hermanas costarricenses Shirley y Doris Campbell Barr y nuestra compatriota Mónica Carrillo Zegarra. Años después, en mayo de 2013, estuvo en Accra, capital de la república de Ghana, en un simposio llevado a cabo por la Organización de Mujeres Escritoras de África, compartiendo experiencias al lado de Angela Davis, Ama Ata Aidoo, Rosamona S-King, Dorothea Smart, entre otras. Aquí, Charún-Illescas desmitificó la percepción únicamente andina de nuestro país, a través de un recuento histórico de la presencia afroperuana desde la Colonia hasta la actualidad.
Cabe precisar que la escritora, además de su obra capital, ha publicado artículos y cuentos cortos en revistas de otros países, y gracias a su habilidad narrativa ganó el premio de relatos Lyra. Además, es también autora del libro Lateinamerika in Hamburg (Latinoamérica en Hamburgo), publicado en Alemania en 1995. Lamentablemente, estos textos son casi desconocidos en nuestro país.
Así mismo, muy pocos saben que Malambo fue publicada originalmente en italiano en el año 2000 en Florencia, Italia. Al siguiente año se publicó en Lima la edición que nosotros conocemos en castellano por la Editorial Universitaria de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Finalmente, el año 2004 se publicó en los Estados Unidos la edición en lengua inglesa, traducida por Emmanuel Harris II, en la Universidad de Chicago. También es importante señalar que desde hace algún tiempo la autora viene anunciando la aparición de su segunda novela titulada Kumanana. Ella sostiene que con esta obra persigue recuperar el olvido oficial que existe sobre el tema de la esclavitud. Esta obra, indudablemente, muchos esperamos con impaciencia.
En junio de 2013 su trayectoria fue reconocida por el Estado peruano y, en el marco del Mes de la Cultura Afroperuana, el Ministerio de Cultura le otorga, junto a otras destacadas personalidades , la distinción Personalidad Meritoria de la Cultura, «en mérito a la importancia que tiene su obra dentro de la literatura afroperuana».
Finalmente, en febrero de 2015 la escritora retorna al Perú, y una de sus primeras visitas fue el pueblo de Zaña. En el marco de las actividades por la conmemoración de los diez años del Museo Afroperuano de Zaña, Lucía Charún-Illescas ofreció dos conferencias: en la primera manifestó su testimonio sobre su experiencia en África, y en la segunda disertó sobre el proceso creativo de la novela Malambo. El poeta Hildebrando Briones y el investigador Luis Rocca, preservadores y difusores de la tradición zañera, acompañaron la importante visita de Charún-Illescas al lugar, quien, además, visitó lugares históricos como la exhacienda La Otra Banda, donde existió un régimen esclavista, entre otros lugares.
MALAMBO, NOVELA AFROPERUANA
Malambo es la primera novela que ha publicado Lucía Charún-Illescas. No obstante, es la primera obra literaria afroperuana que ha sido publicada en tres idiomas distintos: italiano, castellano e inglés; esta situación ha facilitado su ingreso a otros circuitos académicos como el norteamericano y el europeo, además de Latinoamérica y el Caribe. De cualquier forma, la novela mantiene su título original, cuyo referente fáctico —vale decir, el Malambo real— es el barrio negro de origen colonial, hoy pomposamente denominado Francisco Pizarro, en el tradicional distrito limeño del Rímac. Aquí se construyeron galpones insalubres donde se hacinaban a los esclavos, llamados también «piezas» de ébano, recién traídos de África o de los principales puertos negreros de América. Inmediatamente después eran puestos en cuarentena, desinfectados y engordados a fin de incrementar su precio para, finalmente, venderlos en subasta pública para el trabajo forzado sin ninguna consideración humana. Charún-Illescas toma este referente histórico y, siguiendo esta línea, logra que Malambo se enlace con éxito en el proceso de la literatura afrolatinoamericana, pues la diáspora africana y la esclavitud como temática transversal, en un contexto pluricultural e interétnico, hacen que esta novela se inscriba en el proceso de reescritura de la historia oficial y de la esclavitud africana en el Nuevo Mundo desde la ficción literaria. De ahí que algunos la consideren como «novela histórica».
Indudablemente, esto se evidencia en el interés que ha despertado, principalmente, en la crítica extranjera. Investigadores de diversas partes del mundo han estudiado la novela de Charún-Illescas, y se han publicado numerosos artículos, tesis universitarias y trabajos de investigación fuera del Perú. Incluso, Malambo es lectura obligatoria en algunas universidades, impulsada por la labor de prestigiosos académicos, quienes encuentran en ella una nueva vertiente de la literatura latinoamericana. Sin embargo, pese a los diversos estudios dedicados a esta novela, sigue ocupando un lugar marginal dentro del canon literario.
Al respecto, el más sobresaliente escritor y crítico literario de origen afro en Costa Rica, Quince Duncan, considera que Malambo es un claro ejemplo de lo que él define como afrorrealismo literario, una nueva dimensión de la literatura latinoamericana, debido a que presenta algunas características básicas como, por ejemplo, el esfuerzo por restituir la voz afroamericana por medio del uso de una terminología afrocéntrica, la reivindicación de la memoria simbólica africana, la reestructuración informada de la memoria histórica de la diáspora africana, la reafirmación del concepto de «comunidad ancestral», la adopción de una perspectiva intracéntrica y, por último, la búsqueda y proclamación de la identidad afro (2005-6). Además, muchos de los elementos que presenta la novela han motivado lecturas vinculadas al realismo mágico o lo real maravilloso (Alejo Carpentier), como lo sugiere de manera tangencial la investigadora italiana Cecilia Galzio (2008) en uno de sus artículos.
Malambo propone un renacimiento africano y, por su escritura, forma parte de la literatura panafricana (Harris II: 2008), debido a que «se nota la mezcla entre literatura formal y el habla cotidiana, anécdotas folklóricas, la historia, la religión católica y yoruba mezclada con mitos y leyendas populares. El resultado de todo esto es una historia rica y compleja basada en la herencia cultural africana» (326). Así mismo, no podía quedar de lado la constitución formal de la novela, pues Lucía Charún-Illescas utiliza una serie de estrategias narrativas, anacronías, digresiones, reconciliando —según Martha Ojeda (2004)— las tradiciones «del mundonovismo con sus relatos realistas y su denuncia social así como las novelas del Boom y las del posmodernismo marcadas por sus técnicas narrativas experimentales y su autorreflexividad […] se sirve de técnicas europeas que renueva y adapta a las exigencias de su temática».
Por otro lado, creemos que en Malambo se da el proceso de transculturación mediante la articulación de lo afro-andino, ambos lidiando con la cultura occidental, estableciéndose lo que Martha Ojeda (2013) calificaría acertadamente como «solidaridad interétnica» entre negros e indios. Siguiendo esta línea, Milagros Carazas (2011: 160) sostiene que el esclavo Tomasón «representa el sincretismo cultural y religioso de lo andino, lo hispano y lo negro. Así, Tomasón tiene la costumbre de fumar la cachimba (o pipa africana), comer charqui y chacchar coca; conoce el santoral cristiano, pero reza a los orishas africanos; habla la lengua del dominador, el español, y conserva todavía el uso de afronegrismos». También hay que advertir la presencia de quechuismos a lo largo de la novela.
A esto hay que sumarle la importancia que tiene Yawar Inka, personaje que se autodefine como heredero de la nobleza incaica, y «usa el título de inca como apellido paterno y las autoridades no se atreven a discutir la autenticidad de sus linajes» (2001: 27). Yawar Inka es el vehículo que introduce aspectos de la racionalidad andina en la novela. Su objetivo es devolver a la Pachamama todas esas montañas de plata, oro y piedras preciosas que los conquistadores se llevaron de las wakas, y que muchas de esas riquezas se encuentran en las iglesias y templos de la Ciudad de los Reyes.
Indudablemente, el propósito «utópico» de este personaje se convierte en una metáfora de la restauración del orden perdido del Imperio incaico, aunque finalmente queda frustrado. En ese sentido, Tomasón Ballumbrosio y Yawar Inka representan dos universos culturales (africano-andino) que se articulan material y simbólicamente, y nos remiten a los orígenes, al lugar lejano que ha quedado en el pasado, pero que se intenta reivindicar. De ahí que la novela pueda configurarse como lo que alguna vez denominamos renacimiento africano y utopía andina, no de manera aislada sino en diálogo constante, traduciéndose todo esto en la búsqueda y reafirmación de la identidad. Hace algunos años, Martha Ojeda (2004) ya había anticipado que la búsqueda del yo y de la libertad en Malambo se configura como una metáfora del intento de reconstrucción de la identidad nacional que asuma el carácter heterogéneo de nuestra cultura. Es decir, teniendo en cuenta lo hispano, lo africano, lo andino, etcétera, en un contexto pluricultural y heterogéneo.
Es evidente que Lucía Charún-Illescas elabora una novela que tiende, mediante varios elementos, a establecer un vínculo directo con África, específicamente con la cultura yoruba. La oralidad, la memoria ancestral de los personajes, la relación unidimensional entre la vida y la muerte, la lógica del tiempo, el estado onírico, el animismo, las fábulas cosmogónicas de los orishas y su contenido pedagógico-moral, el lenguaje, la oralidad, la hagiografía del panteón yoruba, la resemantización del concepto de familia, los ritos, símbolos, mitos, etcétera, hacen de Malambo una obra sin antecedentes en el Perú, manteniendo una estrecha relación intertextual con la tradición afroliteraria del Caribe, Cuba, Haití y Brasil.
Si cabe la expresión, Malambo es la novela más africana que tenemos en el Perú. Pues vale aclarar que, desde la publicación de Matalaché (1928), la tradición literaria peruana no nos entregó una novela, en el sentido moderno de la categoría, que aborde la esclavitud africana como tema medular de su historia . Sin embargo, esta importante novela de López Albújar carece de una visión intracéntrica y, en consecuencia, reproduce una serie de estereotipos negativos de los afrodescendientes. Esto responde, indudablemente, a los contextos tan distintos/distantes en que se produce cada novela.
Por otro lado, la importancia de Malambo y la de su autora radica, además, en darnos a conocer el punto de vista de la esclavitud y la situación del negro desde la perspectiva de una mujer afroperuana a través del soporte literario. Si tenemos que mencionar a mujeres negras escritoras en nuestra literatura afroperuana, en su vertiente escrita, encontramos a Victoria Santa Cruz (1922-2014), Delia Zamudio (1943), Maritza Joya Muñante (1959), Lucía Charún-Illescas (1950), Mónica Carrillo Zegarra Oru (1978), Esther Chávez Constantino, Margarita Cotito Ciudad (1930) y Zelmira Aguilar Candiotti, entre otras. Esto evidencia aún la ausencia de voces afroperuanas que hablen por sí mismas, que expresen su sentir, que trasmitan su idiosincrasia, su arte, y terminen con la condena de ser habladas mediante la voz del otro hegemónico, relegadas a ser objetos del discurso dominante y, por defecto, oficial.
Para culminar, hago hincapié en la necesidad de una nueva edición de Malambo. En la actualidad, la novela se encuentra agotada en el mercado, y es imposible encontrarla en las librerías locales. Catorce años después de su publicación en castellano, hace falta, creemos, una edición corregida, con un estudio crítico profundo, y así poder superar el aislamiento comercial que enfrentan las escritoras afrolatinoamericanas, lo cual reduce la posibilidad de despertar el interés de la crítica y del público. Este es un deber que queda pendiente en los agentes clave del quehacer cultural y literario, por ser una novela importante dentro de la literatura peruana y Latinoamericana, y porque el Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015-2024) establecido por la ONU así lo demanda.
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